lunes, 12 de julio de 2010

La economía digital


Luego de un meticuloso estudio realizado a los hogares de 44 países alrededor del mundo, se llegó a la conclusión que el único artefacto eléctrico y/ o electrónico del hogar que se mantiene las 24 horas del día encendido, es el refrigerador. Y es a través de este electrodoméstico de “línea blanca”, que la mayor parte de corporaciones globalizadas están incorporando la más última y mejor tecnología para el control interno del hogar, así como una conexión permanente a la Internet.

De esta nueva experiencia se ha llegado a la conclusión que uno de los mayores impactos de la tecnología de la información se verifica en el comercio y los servicios financieros. El negocio conectado a la red (o comercio electrónico) ha modificado los hábitos de las finanzas y el de los comerciantes y consumidores, a la vez que produce cambios sustanciales en los medios de pago tradicionales.
El tema de la seguridad merece especial atención: es un elemento clave en este tipo de transacciones en tanto el medio por donde transita la información es, en principio, inseguro. Las ideas desarrolladas en la nueva economía, que dan lugar a nuevos contenidos y nuevos productos, están poniendo en jaque la continuidad de la empresa tradicional, que debe adaptarse rápidamente a los cambios que se producen en la era digital. Miles de millones de dólares se encuentran en danza y a la espera de ser aprovechados por los que primero o de mejor manera sepan advertir y manejar la situación.

Por ejemplo, en el ámbito de los medios de pago, si los bancos asumen una fuerte intervención en los pagos realizados a través de Internet, como lo hacen en los pagos tradicionales, pueden ganar mucho dinero transfiriendo fondos y emitiendo credenciales a consumidores y comerciantes. Por otro lado, si empresas de otro tipo advierten la lentitud con la que los bancos se mueven y organizan sus propios sistemas de pagos en línea, serán ellas las que consigan los beneficios.

En contraste con la simple mudanza a Internet del comercio tradicional, la venta de información sufrirá cambios importantes. Estos cambios producirán en el futuro nuevos problemas legales y sociales, o cuanto menos, acentuarán los ya existentes. Sin perjuicio que en la actualidad el acceso a la mayor parte de las páginas de la Web es gratuito y abierto a cualquiera que desee acceder a las mismas, esta situación puede cambiar cuando los pioneros del océano de la información comiencen a crear zonas económicas exclusivas y limiten el acceso a aquellos que hayan adquirido una clave de acceso o cuenten con motores de búsqueda configurados para realizar pagos por el acceso a páginas de la WWW.

Las páginas Web son ideales para la proliferación de las microtransacciones, en las que el lector deba pagar una pequeña cantidad (10 centavos o menos) por cada acceso. Este tipo de transacciones no resulta económicamente viable a través de sistemas de tarjetas de crédito, y tampoco parece que lo será en el futuro. En consecuencia, será necesario el desarrollo de un medio digital que permita la transferencia de valores, y, preferentemente, que no requiera la participación de terceros como el emisor de las tarjet
as, como paso previo a que estos micropagos se constituyan en parte de la nueva economía.

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